La sexualidad en la tercer edad es mucho más que la expresión de la genitalidad. Es una energía que nos acompaña durante el transcurso de toda la vida y que se puede expresa de diversas formas dependiendo de la edad.
En esta etapa no se entiende como
actividad que está orientada al coito, se orienta en un sentido mucho
más amplio; es el placer del contacto corporal y la comunicación, como también la seguridad emocional que se le brinda el sentirse amado.
Es el deseo de sentir placer, de gozar, de abrazarse a otro cuerpo, de amar, la comunicación sensual, la ternura y el afecto, las caricias y los juegos sin tener prisas, sin presiones o agobios, son la clave en la que se vincule una nueva manera de acercarse al sexo en la vejez.
Cuando las energías sexuales no son transmutadas ni se usan en forma
normal, empleándolas en actividades sanas, su represión produce, con
frecuencia desordenes corporales y emocionales.
El poder respirar, meditar, conversar, pueden contribuir a aliviar el
peso emocional y desahogar lo que está trabando en lo corporal. La
tranquilidad y el sentirse a gusto son la clave en una relación amorosa
porque cuando no hay apuro y tensión, la pareja queda satisfecha.
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