domingo, 30 de septiembre de 2012

REIR PARA SER FELIZ

Reírse y ser feliz: Una necesidad para el adulto mayor

A veces a los jóvenes se les atribuyen cierta exclusividad sobre algunas emociones, como la felicidad, pero los adultos mayores también pueden experimentarlo.
“Cuenta la historia que en una ocasión un perrito que se había perdido, buscando su regreso a casa, llegó a una habitación en la cual había mil perritos más.
El perrito del cuento comenzó a mover la cola, a levantar sus orejas poco a poco y a sonreír. Los otros mil perritos hicieron lo mismo. Cuando salió de la habitación, el perrito pensó: “¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!
Al tiempo después, otro perro callejero entró al mismo sitio, pero a  diferencia del anterior, este perrito -al ver a los otros mil perritos- se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de manera agresiva. Empezó a gruñir y de inmediato vio cómo los mil perritos le gruñían y ladraban a él también. Cuando este perro salió de la habitación pensó: “¡Qué lugar tan horrible es este! ¡Nunca más volveré a entrar allí!”


Los adultos mayores no deben borrar la sonrisa de sus rostros.
Ninguno de los dos perros sabía leer, pero en el frente de la casa había un letrero que decía: “La casa de los mil espejos”.
Con esta historia quiero invitarlos a reflexionar en relación a la responsabilidad que tenemos en la proyección que hacemos de nosotros mismos y que en definitiva, es lo que recibimos desde quienes se relacionan con nosotros y ustedes ¿cómo quieren que los traten? ¿Como perritos alegres y amistosos o perritos gruñones y agresivos?
Madurez, una etapa divina.
Es importante desechar la idea de que ciertas cualidades y emociones son propias y exclusivas de la gente joven. Es sumamente común escuchar frases como “soy mayor pero de espíritu joven” o “me siento feliz como si tuviera 20 años”. En cambio, es sano pensar que la felicidad, la alegría y el entusiasmo pueden experimentarse y se experimentan a cualquier edad, sólo hay que decidirse a vivir estas emociones con plenitud.
Para nadie es desconocido que la vejez conlleva  limitaciones, que las hay sin duda. No obstante, para muchos, esta etapa puede ser sinónimo de libertad. Es la etapa en la que ya no hay que complacer a nadie, es el tiempo de comprobar los afectos definitivos, ya no hay espacio para las relaciones impuestas o por conveniencia, los horarios ya son relativos, se está libre de conflictos sexuales, de luchas y competencias; puede entonces volcarse la mirada hacia adentro para explorar el mundo interior sin distracciones y agradecer tanta riqueza y oportunidades. Y con esa paz silenciosa, emprender una rutina colmada de lujos.
Cuando tomamos la decisión de llegar a la vejez con una vida plena hasta el último aliento de vida, podríamos llegar a  transmitir una imagen de vejez que sea envidiada y deseada.

1 comentario:

Mabel Domínguez dijo...

Si sonreímos es porque nos sentimos bien y damos tranquilidad a los que nos rodean y también ver la vida en colores alegres.
Muy lindo, nos obliga a reflexionar. Un abrazo