Hay que conversar con Heidi Spitzer Chang para creer en las redes del amor. La presidenta de la Asociación Adulto Feliz lucha por los mayores por una cuestión de respeto al ser humano. Sobreviviente de un secuestro largo no guarda rencor a sus captores. La voz, la mirada, de Heidi Spitzer son envolventes. Cuando esta mujer usa la palabra una energía circunda la habitación. Es la serenidad que se hace presente. Cuando ríe uno puede ver cómo la alegría termina abrazándola hasta sonrojarla. Heidi cree en los adultos mayores, en el valor de la experiencia, en la sabiduría. No pide caridad, solo exige respeto. Tiene 46 años y ha decidido entregarse por completo a defender los derechos de los mayores. La fuerza está con ella.
¿Desde cuándo te interesa el adulto mayor?
Desde que soy chica. En mi infancia tuve una experiencia muy linda con mi abuela Leonor y con mis tías abuelas. Yo iba los domingos a estar con ellas y me sentía muy bien, luego tuve otras experiencias con personas mayores que me tocaron el alma . Por el lado paterno no conocí a mis abuelos, mi padre alemán llegó escapando de la guerra y sus padres se quedaron por allá.
¿Qué te enseñó Leonor?
Era muy cálida, de un humor muy bonito, era muy trabajadora. Tenía buenas vibras y era una persona alegre, de buena energía. Eso me enseñó. En un tiempo le vino un derrame cerebral y se quedó en cama por muchos años. Yo era chica, pero acompañé a mi madre durante esos años. Me tocó mucho el hecho de que mi abuela postrada en cama quisiera expresarse sin lograr hacerlo, con las tías fui consciente del paso de los años, cómo va fallando la memoria y todo eso.
Mucha gente no tiene paciencia con los adultos.
Lo que mucha gente no entiende es que todos vamos a envejecer y que se debe tener un enfoque preventivo. En 1970 el promedio de vida en el Perú era de 54 años, el día de hoy es 72 . Lo mismo sucede con la pirámide poblacional, ahora los mayores de 60 años son dos millones trescientas mil personas, para el 2025 serán cuatro millones. Hace poco vi una marcha de jubilados, de abuelos que pedían respeto y mejoras. Me pareció el colmo que a esa edad sigan reclamando. No hay derecho. Comprendo y respeto que en nuestro sistema el enfoque sea básicamente el de la juventud, el de la infancia, que las empresas registren dentro de su responsabilidad social programas para los menores, pero me da mucha pena que no se incorpore la agenda del adulto mayor en los ministerios y el empresariado. No hay respuesta.
¿Qué nos ha pasado, tenemos metido el chip de la juventud?
Es la idea que circula en este tiempo. Priman los valores de juventud, consumismo y utilitarismo. Vales en cuanto sirves, el día que dejas de servir eres desechable. Pero tendrá que cambiar porque hoy ya se habla de la cuarta era. Hay todo un mundo entre la gente de 60 y 80 años, son personas llenas de capacidades, portadoras de ideas y potencial. El Ministerio de la Mujer está comenzado a trabajar, está haciendo esfuerzos, pero falta mucho. En el ámbito privado los empresarios creen que los adultos mayores son invisibles, que no consumen, pero son seres humanos como tú y como yo y consumen más que nosotros. Es un nicho descuidado. ¿Por qué? Por una idea equivocada, no les interesa porque creen que no generan.
¿No será porque piensan que ya se van a morir?
Tiene mucho de eso y basta que lo digan para sentirme indignada.
Eso dice la gente, Heidi: ya no importa, ya vivieron…
Sí, pero hay un nivel ético. Es gente que dio mucho y no me parece que dejen de ser útiles porque así nos parece. No estoy de acuerdo con dejarlos abandonados. Me rebelo.
Fíjate en los seguros de salud, son muy discriminatorios. ..
Es un tema de exclusión total, pero tendrá que comenzar a importar porque habrá más adultos mayores. Hay investigaciones: la gente activa tiene menos enfermedades y la parte preventiva debe interesarnos a todos. Lo que más me interesa es abordar el uso del tiempo libre que mejora la calidad de vida. La gente que trabaja no tiene tiempo para nada y cuando deja de trabajar le sobra el tiempo porque no tiene nada que hacer.
Muchos adultos quieren hacer cosas, pero no hay canales…
Eso está claro. La depresión después de la jubilación es uno de los problemas más frecuentes, les viene esta sensación de tedio de la vida y se repliegan. Por eso creo en la necesidad de instalar redes; mientras eres joven deberías proyectarte cómo quieres llegar. La vida es movimiento y estas personas tienen que seguir movilizándose.
¿Te has proyectado?
Sí, estoy convencida de que siempre estaré dedicada a la labor social, esto me da mucha vida.
Has hecho muchos estudios de vida del adulto mayor. ¿Qué encontraste en estos análisis?
Es general la necesidad de sentirse útil. La necesidad de socializar. Si estas personas encuentran sentido envejecen bien. Lo que me apena es que una vez que el sistema nos patea y jubila, todo se derrumba. Hay que buscar otros espacios de ocupación, no solo hay que trabajar. Yo conozco a gente maravillosa que a los 60 años emprendió nuevas cosas y se siente bien.
En qué momento la economista Heidi Spitzer decide mirar al adulto mayor y trabajar con y por ellos. ¿Qué pasa en tu vida?
Yo era muy cercana a una persona que fue presidente de una organización importante y muy grande. Este señor era una eminencia. Un hombre muy hábil que se había dedicado toda la vida a trabajar. Cuando dejó de ser presidente todo cambió. Le pusieron la plaquita, le hicieron el coctel de despedida y se fue a su casa. Nunca más lo llamaron, ni siquiera para asesorías .
¿Y qué sucedió?
Sufrió mucho porque no había aprendido a hacer otra cosa. Sufrió el paso de ser alguien a ser nada porque no había tenido el tiempo para cultivar otras habilidades. Se enfermó, pasó un tiempo y murió. El día en que lo enterramos yo me comprometí. Mucha gente valiosa pasa al retiro y se hunde. Tenemos que prevenir. Lo más importante es la estructuración del tiempo, si tan solo sabes que tienes cosas que hacer, estás como enganchado. Sin actividad, el tiempo se vuelve nada.
¿Tienes miedo a envejecer?
No, sé que la vejez trae carencias, pero también un cúmulo de sabiduría. Todos tenemos necesidad de sentirnos vitales, como las estrellas que parpadean, pero hay gente que no siente eso y me indigna. Estamos empeñados en levantar la imagen del adulto mayor y es maravilloso que la AFP Prima apueste auspiciando nuestro concurso nacional. Queremos reconocer a las personas destacadas en el mundo intelectual y artístico, a todos aquellos que después de los 60 años decidieron abrir un negocio en cualquier punto del país. Este concurso es un mensaje de amor y de respeto a todos los adultos que siguen haciendo cosas. Es una manera de decir lo mucho que valen.
¿Qué te han enseñado los adultos mayores?
A relativizar, los adultos tienen otra filosofía de vida y yo me nutro.
Perdóname por estas preguntas, sé que incomodan. Solo una última cosa. Hay un proceso de identificación como lectora y periodista… yo me identifiqué mucho con tu hijo… imagino que porque soy hija es que pensaba en él, en lo duro que debe ser ver cómo se llevan a tu mamá. ¿Cómo has hecho para curar esas heridas?
Prefiero no hablar de eso, pero sí te puedo decir que yo no tenía tan claro lo que alguna vez mi hermana me dijo: por un alma mala un millón de almas buenas. No entendí mucho por qué me lo dijo, pero la solidaridad, el amor que se produjo fue increíble. El afecto de la gente es increíble. Por eso me siento más solidaria con la gente que tiene carencias, espiritualmente me siento más fuerte, físicamente todavía.
¿Cuando tengas 80 años, cómo quieres ser recordada?
Como una persona que llegó a hacer lo que quería, como una persona que trabajó por el bien común. Me gustaría que mis hijos tuvieran esa imagen, la de una madre que se esforzó por sus metas.
¿A qué le temes?
A la falta de afecto, a que yo misma pueda convertirme en una persona árida que no dé afectos. Lo peor que podría sucederme es una paralización en ese terreno. No me gustaría tener una vida fría, frívola. Mi temor es tener una vida mecanizada.
¿El secreto de tu serenidad está en la certeza de que vives amando?
Hago lo mejor que puedo, pero sí vivo amando. El amor es la esencia de todo: es el inicio y el fin.
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