Pasos útiles
Ya que la soledad es innegable y será experimentada
por todo ser humano, pues en algún momento se tendrá la sensación de que
"algo falta", es posible llevar a cabo algunas medidas para mejorar el
estado anímico:
- Ser muy sincero y buscar dentro de uno mismo qué tipo de soledad es la que se sufre y a qué circunstancias se deben.
- Perder el miedo a mirar dentro de nosotros, y afrontar la necesidad de saber cómo somos: nuestras ilusiones y ambiciones, limitaciones y miedos, además de evaluar honestamente la autoimagen.
- Tomar la iniciativa para entablar nuevas relaciones; se puede determinar qué personas nos interesan, y luego elaborar una estrategia para contactarlas.
- Considerar que no hay nada qué perder y que el miedo al rechazo es un freno para entablar nuevas amistades o amores.
- Hacer a un lado la actitud de víctima, pues aunque el mundo resulta en ocasiones cruel y materialista, seguro que hay personas que desean conocer a alguien como nosotros.
- Evitar encerrarse en uno mismo cuando se tenga fuerte sensación de soledad, ya que puede generarse mayor daño. Es mejor contar con quién hablar e intimar y a quién querer.
- Pensar que no somos tan raros como pensamos; para comprobarlo no hay más que hablar a profundidad y confianza con alguien. Tenemos la capacidad de "llenar" a más gente de la que creemos, y nos pueden resultar atractivas muchas personas que tenemos muy cerca.
- Iniciar o retomar alguna actividad deportiva o artística también suele ayudar a mejorar el estado de ánimo, además de que facilita la convivencia con quienes poseen aficiones similares.
La sensación de soledad es una situación que puede
convertirse en momentánea y que no es forzosamente mala, ya que es
posible transformarla en un espacio de reflexión para conocernos a fondo
y encontrar sinceramente nuestra propia identidad.
Existe un tiempo para comunicarse con los demás y otro para
establecer contacto con lo más profundo de nosotros mismos, en el que la
soledad es indispensable; ahí podemos "hablar" con nuestros miedos, a
los que no podemos ignorar.
Finalmente, queda señalar que si a pesar de todo no se tienen fuerzas
ni tranquilidad para afrontar el problema, no hay que dudar en
consultar a un psicólogo o psiquiatra a fin de que ayude a un benéfico
reencuentro con uno mismo para, posteriormente, poder comunicarnos
adecuadamente con nuestros semejantes.
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