jueves, 11 de junio de 2009

Cuarta edad

La vejez es el invento más grandioso de la humanidad, aunque quizá sería más exacto decir que la vejez nos ha inventado a nosotros. La edad avanzada de las personas ha ido transformando la manera en que nuestros ancestros más lejanos dieron a luz a su descendencia, cuidaron a sus niños y jóvenes, la manera en que convivieron y se alimentaron unos a otros.

Más adelante propulsó el desarrollo de la cultura, el lenguaje y la sociedad, pero no es esta la imagen que hoy tenemos de las personas de edad avanzada, porque vivimos en una constante paradoja o contradicción entre dos aspiraciones.

No queremos morir prematuramente y al mismo tiempo no queremos envejecer. Es más, nos esforzamos por evitar la vejez usando productos para intentar disimularla. Si resulta imposible conciliar el deseo de cumplir muchos años y el de no querer ser o parecer viejos, debemos prescindir de uno de ellos, porque esa tensión psicológica que se produce por el enfrentamiento de ideas incompatibles acelera el envejecimiento.

Una tercera opción es retrasar de verdad el envejecimiento y no sólo exteriormente a base de maquillaje o cirugía estética, sino mediante un cuerpo y una mente activos, una vida saludable con una alimentación que regenere nuestras células y tejidos y especialmente con un propósito y una ilusión por vivir. El elixir de la eterna juventud está escondido en el único lugar en donde a nadie se le ocurre buscar, que no es otro que nuestro interior.

Las nuevas tecnologías, van a conseguir en poco tiempo alargar el promedio de vida hasta los 120 años. Al final seguirá esperando inexorable la muerte de nuestra realidad física, pero si vamos a poder retrasarla varias décadas, la perspectiva de nuestra relación vejez muerte cambia totalmente, porque la vejez dejará de ser la antesala de la muerte para convertirse en un periodo prolongado lleno de actividades gozosas y satisfactorias. Las personas tenemos tres edades: La edad cronológica, que es la que dice el DNI más los nueve meses de gestación; la edad biológica que tiene nuestro cuerpo, según los signos vitales críticos y los procesos celulares y finalmente la edad psicológica, que es la que tenemos según nos sentimos.

El envejecimiento es algo que ocurre primero en la mente, por lo tanto el factor determinante es la edad psicológica, que es la que ofrece más posibilidades de revertir el proceso de envejecimiento. El ejercicio físico puede rehabilitar los efectos más típicos de la edad biológica, incluida la alta presión sanguínea, el exceso de grasa, un nivel de azúcar inadecuado y la reducción de masa muscular. Somos las únicas criaturas de la tierra que podemos cambiar nuestra biología por lo que pensamos y sentimos, ya que nuestras células escuchan constantemente a nuestros pensamientos y se ven modificadas por ellos.

Como la mente influye sobre todas las células del cuerpo y se comunica con ellas, el envejecimiento humano es fluido y cambiante; puede acelerarse, demorarse, detenerse un tiempo y hasta revertirse. Se trata de ser conscientes de que podemos reescribir nuestro futuro, sabiendo que el universo es generativo y que su ley básica es el crecimiento y la expansión. Tampoco nos vendría mal recordar que creamos aquello en lo que creemos, algo que podría plantearse con la afirmación “dime cuáles son tus creencias y te diré cómo es y cómo va a ser tu vida”.

En vez de creer que nuestro cuerpo decae con el tiempo, podemos nutrir la creencia de que nuestro cuerpo es nuevo a cada instante. En vez de creer que el cuerpo es una máquina desconectada de la mente y el espíritu, podemos optar por alimentar la creencia de que el cuerpo está impregnado de la profunda inteligencia de la vida, cuya única finalidad es mantenernos con salud y vitalidad.

Podemos recordar que somos una hebra de la red cósmica del universo y cuando nos sentimos unidos a esa red recuperamos la fuerza y la salud. Estas nuevas creencias no son sólo más gratas, más favorables para nuestra salud física y mental, además son ciertas y demostrables. El único secreto de la llamada “eterna juventud” es que sólo envejecemos cuando dejamos de crecer. Como dijo Bernard Shaw “no dejamos de jugar porque nos hacemos viejos, sino que nos hacemos viejos porque dejamos de jugar”.

Mientras en nuestro cerebro continúen entrando percepciones y estímulos nuevos, el cuerpo podrá responder de nuevas maneras y el cerebro se expandirá. Si queremos cambiar nuestro cuerpo, cambiemos o ampliemos primero nuestra conciencia. Todo lo que nos ocurre es el resultado de cómo nos vemos a nosotros mismos. Cada experiencia que uno tiene en su vida altera la anatomía del cerebro. El envejecimiento parece ser algo que nos está pasando cuando en realidad es, en gran parte, algo que nuestro cuerpo ha aprendido a hacer. Ha aprendido a cumplir con la programación que nosotros, los programadores, le suministramos.

Aunque al sentido común le guste sugerir que envejecemos por simple desgaste, ninguna teoría del envejecimiento por desgaste ha resistido nunca un examen minucioso. A diferencia de las máquinas, que se agotan por el exceso de uso, el cuerpo humano es capaz de mejorar cuanto más se lo utiliza. Si el desgaste fuera la verdadera causa del envejecimiento sería buena estrategia pasarse la vida en la cama o en actitud de constante reposo. Sin embargo, el reposo prolongado es desastroso para nuestra fisiología. Los músculos en reposo pierden masa muscular y los huesos pierden tejido óseo.

Este ensayo, tiene por objeto destruir algunos mitos sobre la vejez y ayudar a los lectores a afrontar esa etapa dorada de la vida con un talante alegre y esperanzado. A modo de inventario de intenciones, me propongo analizar en las páginas que siguen, por qué y cómo vamos a vivir más años, cómo lo vamos a poder hacer con salud y sin depender de los demás y a explicar de qué manera podemos vivir esos años regalados con ilusión, con un propósito, siendo útiles a la sociedad y encontrando sentido no solamente a la vida más larga, sino a la propia muerte cuando llegue con un retraso de 30 años sobre el horario previsto.

El problema no es que la vida sea corta, sino que esperamos demasiado para empezar a lograr lo que deseamos y nos merecemos. En cualquier caso hoy empezamos a contar ya con los recursos necesarios para extender varias décadas nuestra existencia y no sería prudente seguir ignorando qué hacer con esos treinta o cuarenta años más. La ciencia ha cumplido su parte más difícil y a nosotros los ciudadanos de a pie, nos corresponde hacer lo fácil que es llenar de contenido jubiloso ese auténtico tesoro de incalculable valor que es vivir más allá de los cien años sin las carencias y limitaciones que solemos asociar a la ancianidad.

El ser humano está compuesto por tres realidades que están íntimamente ligadas entre sí: el cuerpo, la mente y el espíritu. Estamos habituados a encontrar estas realidades explicadas por los especialistas en cada tema. Los médicos nos pueden enseñar el funcionamiento de nuestra fisiología, los psicólogos y psiquiatras el funcionamiento de nuestra mente y por último los filósofos, los místicos e incluso algunos artistas nos muestran la realidad trascendental o espiritual de nuestro ser. El problema de los especialistas es que cada vez son menos capaces de mostrarnos la complejidad del conjunto y la interconexión de esas tres realidades.

Por esa razón no debería extrañarle que quien intenta conectar y mostrar esa relación cuerpo-mente-espíritu, no sea un médico, un psicólogo o un místico que habitualmente sólo está familiarizado con una de las tres realidades, sino alguien que ha investigado durante muchos años esas tres facetas para presentarlas ahora como un conjunto armonioso que nos permite dar sentido a las décadas que nos esperan a partir de los 60 años, optimizando la capacidad física para mantener la salud y alargar la vida, teniendo una mente lúcida y creativa hasta el final y entendiendo y aceptando ese final como un renacer a una realidad nueva.

Es un hecho extraordinario que podamos hablar simultáneamente a 50 billones de células en su propio idioma y que nos obedezcan. Todos nosotros podemos alterar la biología de nuestros cuerpos de los pies a la cabeza. Cuando nos sentimos muy felices, no somos la misma persona fisiológica que cuando nos sentimos deprimidos. En el preciso instante en que uno piensa “soy feliz” un mensaje químico traduce esa emoción, la cual no tiene hasta ese instante existencia sólida, en un pedazo de materia tan perfectamente sincronizado con el deseo correspondiente que cada célula del cuerpo aprende de esa felicidad y se une a ella. La ciencia ha conseguido hacer la vida más larga, nosotros tenemos que hacerla más ancha y luminosa.

El envejecimiento


El envejecimiento es un proceso que está rodeado de muchas concepciones falsas, de temores, creencias y mitos. Envejecer significa adaptarse a cambios en la estructura y funcionamiento del cuerpo humano por un lado y cambios en el ambiente social por el otro. Entonces, para lograr una vejez exitosa se debe mantener una participación activa en roles sociales y comunitarios para una satisfacción de vida adecuada.

La organización de la personalidad y los estilos de manejo son factores principales en el ajuste de vida del individuo según envejece. Esto tiene que ver con la manera en que el individuo se maneja en las diversas situaciones de su vida, algunas de ellas sociales y otras biológicas. Por consecuencia el sujeto debe adaptarse continuamente a las condiciones de vida.

Para definir el concepto de calidad de vida para personas ancianas, se deberían formular cinco categorías generales: (Mc. Donald, T.)
  • Bienestar físico: refiriéndose a la comodidad en términos materiales, de higiene, salud y seguridad.
  • Relaciones interpersonales: en cuanto a las relaciones familiares, y el envolvimiento comunal.
  • Desarrollo personal: relacionado con las oportunidades de desarrollo intelectual, autoexpresión, actividad lucrativa y autoconciencia.
  • Actividades recreativas: para socializar y buscar una recreación pasiva y activa.
Actividades espirituales.

La recreación es una alternativa de adaptación a los cambios y pérdidas sociales de la vejez. La palabra recreación nos da la idea de crear nuevamente, motivar y establecerse nuevas metas, nuevos intereses y estilos de vida. Se trata de mejorar la calidad de vida mediante un envolvimiento en actividades estimulantes, creativas y de mucho significado.

Pero ¿por qué el hecho de jugar en tercera edad?
Ya sabemos que el juego es una actividad libre (sin obligaciones de tipo alguno), restringida (limitada en el espacio y en el tiempo), incierta (dependiendo tanto de la suerte como de las cualidades del participante), improductiva (sin un fin lucrativo), codificada (estando reglada de antemano), ficticia (más o menos alejada de la realidad) y espontánea.

El deseo de jugar nos acompaña durante toda la vida. A todos nos gusta hacerlo, a pesar de los prejuicios que marca la sociedad. Jugando logramos:
  • Canalizar nuestra creatividad.
  • Liberar tensiones y/o emociones.
  • Orientar positivamente las angustias cotidianas.
  • Reflexionar.
  • Divertirnos.
  • Aumentar el número de amistades.
  • Acrecentar el acervo cultural.
  • Comprometernos colectivamente.

Integrarnos y predisponernos a otros quehaceres de la vida.

Mediante el juego se efectúa, en muchas oportunidades, la transmisión cultural de generación en generación, favoreciendo con su práctica el entendimiento intergeneracional cuando se crean los espacios de participación de padre - hijo - abuelo.

El juego en tercera edad cumple una función social y cultural, ya que permite sentir el placer de compartir juntos una actividad común, satisfacer los ideales de expresión y de socialización. También nos lleva a la obtención de placer y bienestar corporal y mental.

Además la actividad físico - recreativa se ha identificado constantemente como una de las intervenciones de salud más significativas de las personas de edad avanzada. Dentro de sus beneficios inmediatos en el aspecto físico se pueden citar: mayores niveles de auto - eficacia, control interno, mejoría en los patrones de sueño, relajación muscular entre otros.

Las personas que se mantiene físicamente activos tienden a tener actitudes más positivas en el trabajo, están en mejor estado de salud y tienen mayor habilidad para lidiar tensiones.

Para la programación de las actividades debemos tener en cuenta la formulación de ciertos criterios, éstos son:
  1. Respetar la heterogeneidad de los grupos. Significa prever la viabilidad de elaboración e una respuesta motriz adecuada a la realidad corporal de todos los alumnos.
  2. Tener en cuenta la falta de tradición deportiva. Hace referencia a que la mayoría de la gente adulta no ha tenido la oportunidad de realizar prácticas deportivas o gimnásticas de manera organizada.
  3. Tener en cuenta la progresiva pérdida de identificación con la imagen corporal. Por esta razón es imprescindible que la propuesta de trabajo favorezca la integración de las modificaciones que comporta la vejez, como ser la atrofia corporal - modificación de las capacidades psicomotrices y de la relación con el entorno, con el fin de revalorizar el actuar corporal.
  4. Los objetivos del plan deben responder a las necesidades y motivaciones de las personas a las cuales va dirigido. Debe prevalecer la vivencia corporal sobre el rendimiento.
  5. Dar un tratamiento global a los objetivos del plan. Tratar conjuntamente los aspectos biológicos, sociales y psicológicos.
  6. Permitir que cada participante escoja los medios y la manera de desarrollar cualquier situación o tares, habiendo explorado el abanico de posibilidades. Se refiere a hacer hincapié en un método pedagógico que permita a cada individuo buscar nuevas vías de exploración e investigación.
  7. Motivar para conseguir una buena dinámica de grupo. A través de elementos lúdicos y recreativos, que potencien la integración entre las personas. La propia actitud del profesor, el trabajo en parejas, en pequeños grupos, la variabilidad del material, la música, etc. van a contribuir a la motivación de los mismos.
  8. La actividad a desarrollar debe ser coherente con las actividades propuestas manteniendo una continuidad y progresión dentro del programa.
A modo de conclusión podría decir que el juego, en la tercera edad, es un importante agente socializador, que permite la interacción con los otros, disfrutar de actividades grupales y motivar el actuar de cada uno. Como docentes debemos presentar a la recreación como una alternativa en la adaptación del proceso de envejecimiento teniendo en cuenta las necesidades e intereses de la población anciana y respetando los cambios que puedan darse en el ámbito biológico, psicológico y social para una vejez feliz y productiva.

martes, 9 de junio de 2009

AMOR EN LA TERCERA EDAD


El matrimonio de don Rafa y doña Chonita tiene casi sesenta años y ellos consideran como un regalo de Dios el poder seguir unidos, acompañándose ahora que más lo necesitan. Los atributos de su juventud, e inclusive los de su edad madura ya desaparecieron, o por lo menos disminuyeron; el tiempo no perdona: la piel ya no es tersa, la memoria no es tan buena y el buen humor a veces se pierde fácilmente.

¿Qué es entonces lo que mantiene unido a este matrimonio?

Don Rafa dice que es la voluntad firme de amarse mutuamente y pensar más en el bienestar del compañero que en el propio. Chonita insiste en que la voluntad es muy frágil y que gran parte o posiblemente todo, se lo deben a la gracia especial que recibe el matrimonio.

Reflexionando sobre el tema, algunos autores han llegado a la conclusión de que lo que corrientemente se llama amor no es un sentimiento único y sencillo, sino que en realidad podemos distinguir varios factores mezclados en muy diversas proporciones, según el caso:
- La atracción básica entre un hombre y una mujer.
- El cariño-ternura.
- La afinidad de pensamientos.
- El amor superior.

El verdadero amor
El hombre y la mujer son limitados y frágiles. Cuando no falta una cualidad, sobra un defecto. Afortunadamente existe el camino del espíritu, en donde todo es perfecto y duradero, allí podemos recurrir cuando estamos dispuestos a iniciar la gran aventura de compartir nuestra vida con la pareja.

Así, aparte de preocuparse por su físico, sus sentimientos y pensamientos, las parejas han cultivado el espíritu, saben que deben trabajar como si todo dependiera de ellos puesto que nunca podremos determinar cuándo termina nuestro trabajo y dónde empieza esa gracia que si nos acordamos defendía Chonita como ingrediente indispensable de su matrimonio, la gracia sobrenatural, que las mujeres tienen la facultad de captar más fácilmente que los hombres.

Los sentimientos de la edad avanzada
El hombre o la mujer de 60 ó más años, han tenido más tiempo y oportunidades que los jóvenes para aprender a amar de verdad, con un amor completo.

Durante la juventud, en realidad, casi nunca se sabe lo que es amar de verdad; suele más bien ser enamoramiento y pasión. Esto significa que en la mayoría de los casos ese pretendido amor recibe toda su fuerza del impulso instintivo.

Más que amor es un deseo corporal o sentimental que busca al otro para sentirse feliz, pero casi nunca busca la felicidad de su pareja, sino la propia.

En cambio, pasada la juventud, en las personas de carácter sano, el amor suele volverse más maduro y son capaces de amar de verdad a la persona que escogen para compartir su vida, porque entonces ya no es tan fácil que seamos dominados por la pasión ciega o el romanticismo exagerado.

En estos tiempos, sobre todo en las grandes ciudades, se da mucho el fenómeno del divorcio, que sorprende a las parejas de gente de la tercera edad que viven felices después de muchos años de matrimonio.

Estas han aprendido a compartir también la enfermedad, los achaques, las despedidas de los hijos, la muerte de amigos, en fin, su paulatina disminución de actividad e incluso de fuerza, para apoyarse mutuamente y poder decirse: aquí estoy viejito, cuenta conmigo, te ayudo, viejita, no cargues eso que está muy pesado.

Es en la edad avanzada, cuando su comunión es total, porque quedan atrás egoísmos, vanidades, superficialidades, competencias inútiles, pleitos y malentendidos.

Doña Chonita y don Rafa no son gente extraordinaria, simplemente son un matrimonio que deseó permanecer unido hasta que la muerte los separe... y esperan no sólo llegar a los sesenta años de casados (unidos y felices), sino aún más...

sábado, 6 de junio de 2009

Insuficiencia renal

La insuficiencia renal se puede dividir ampliamente en dos categorías, insuficiencia renal aguda e insuficiencia renal crónica.
Insuficiencia renal aguda

Insuficiencia renal aguda
Algunos problemas de los riñones ocurren rápidamente, como un accidente que causa lesiones renales, la pérdida de mucha sangre que puede causar insuficiencia renal repentina, o algunos medicamentos o sustancias venenosas que pueden hacer que los riñones dejen de funcionar. Esta baja repentina de la función renal se llama insuficiencia renal aguda.

La insuficiencia renal aguda(IRA)o(ARF) es, como su nombre implica, una pérdida rápidamente progresiva de la función renal, generalmente caracterizada por la oliguria, una producción disminuida de la orina, (cuantificada como menos de 400 ml por día en adultos,[1] menos de 0,5 mL/kg/h en niños, o menos de 1 mL/kg/h en infantes), desequilibrios del agua y de los fluidos corporales, y desorden del electrolito. Una causa subyacente debe ser identificada para detener el progreso, y la diálisis puede ser necesaria por el tiempo requerido para tratar estas causas fundamentales.

La insuficiencia renal aguda puede llevar a la pérdida permanente de la función renal. Pero si los riñones no sufren un daño grave, esa insuficiencia puede contrarrestarse.

Insuficiencia renal crónica

La insuficiencia renal crónica(IRC)o(CRF) es la condición que se produce por el daño permanente e irreversible de la función de los riñones secundario a cualquier causa. A nivel mundial, las causas más frecuentes (pero no las únicas) de Enfermedad Renal Crónica son: la diabetes, la hipertensión, las enfermedades obstructivas de las vías urinarias (como cálculos, tumores, etc.). Puede ser la complicación de una gran cantidad de enfermedades del riñón, tales como nefropatía por IgA (enfermedad de Berger), enfermedades inflamatorias de los riñones (llamadas en conjunto glomerulonefritis), pielonefritis crónica y retención urinaria, y el uso de medicamentos tóxicos para el riñón (especialmente medios de contraste y algunos antibióticos). La insuficiencia renal terminal(IRT)o(ESRF) es la última consecuencia, en la cual generalmente la diálisis se requiere hasta que se encuentre un donante para un trasplante renal.

En la mayoría de los casos, la función renal se deteriora lentamente a lo largo de varios años y da inicialmente pocos síntomas, permitiendo que el paciente no sienta muchas cosas a pesar de tener anemia e incluso tener altos niveles de toxinas en la sangre. Cuando el paciente se siente mal, generalmente estamos ante casos muy avanzados de la enfermedad en los cuales la mayoría de las veces se hace necesario iniciar prontamente una terapia para reemplazar la función del riñón, la diálisis.

Cualquier persona puede sufrir de enfermedad renal, pero los de más alto riesgo son los diabéticos, los hipertensos y los familiares de personas que sufren de enfermedad renal. Como en la enfermedad renal no se producen síntomas (los riñones no duelen como las personas suelen creer, solo en caso de cálculos), las personas en riesgo que mencionamos antes deben hacerse estudios para detectar la enfermedad, los básicos son un parcial de orina y la creatinina.

Si se detecta la enfermedad tempranamente puede reducirse la velocidad con la que el daño progresa, retrasando la necesidad de iniciar las terapias de reemplazo de la función renal y preparando mejor al paciente para cuando sea necesario su inicio. Las terapias de reemplazo renal son la hemodiálisis, la diálisis peritoneal, y el trasplante renal.

Insuficiencia renal aguda-sobre-crónica

La insuficiencia renal aguda puede estar presente encima de la insuficiencia renal crónica. Esto se llama insuficiencia renal aguda-sobre-crónica (AoCRF). La parte aguda del AoCRF puede ser reversible y el objetivo del tratamiento, como en ARF, es retornar al paciente a su función renal básica, que es típicamente medida por la creatinina del suero. Tanto el AoCRF, como el ARF, pueden ser difíciles de distinguir de la insuficiencia renal crónica si el paciente no ha sido seguido por un médico y no hay disponible un trabajo de base (es decir, muestras anteriores de sangre), para comparación.

Enfermedad renal terminal
El estado en el cual hay insuficiencia renal total o casi total y permanente se llama enfermedad renal terminal. Las personas con esta clase de enfermedad deben someterse, para conservar la vida, a diálisis o a un trasplante.
Uso del término uremia

Antes de los avances de la medicina moderna, la insuficiencia renal podía ser referida como envenenamiento urémico. La uremia era el término usado para describir la contaminación de la sangre con orina. Comenzando alrededor de 1847 este término fue usado para describir la salida reducida de orina, ahora conocida como oliguria, que se pensada era causada por la orina que se mezclaba con la sangre en vez de ser desechada a través de la uretra.

Causas de la insuficiencia rena

En los Estados Unidos, cerca de 80,000 personas reciben el diagnóstico de insuficiencia renal cada año. Se trata de una afección grave en la cual los riñones dejan de eliminar los desechos del organismo. La insuficiencia renal es la etapa final del deterioro lento de los riñones, que es un proceso conocido como nefropatía.

La diabetes es la causa más frecuente de insuficiencia renal, y constituye más del 40 por ciento de los casos nuevos. Incluso cuando los medicamentos y la dieta pueden controlar la diabetes, la enfermedad puede conducir a nefropatía e insuficiencia renal. La mayoría de los diabéticos no desarrollan una nefropatía lo suficientemente grave como para causar insuficiencia renal. Hay cerca de 16 millones de diabéticos en los Estados Unidos y de ellos, unos 100.000 padecen insuficiencia renal como consecuencia de la diabetes.

Las personas con insuficiencia renal tienen que someterse a diálisis, la cual reemplaza algunas de las funciones de filtración de los riñones, o a un transplante para recibir el riñón de un donante sano. La mayoría de los ciudadanos estadounidenses que presentan insuficiencia renal pueden recibir atención médica financiada por el gobierno federal. En 1997 el gobierno federal de Estados Unidos gastó cerca de $11.800 millones de dólares en la atención de pacientes con insuficiencia renal.

Los estadounidenses de raza negra, los indios estadounidenses, y los descendientes de hispanoamericanos, sufren diabetes, nefropatía e insuficiencia renal en una proporción superior al promedio. Los científicos no han podido explicar este fenómeno ni pueden explicar totalmente la interacción de factores que conducen a la nefropatía diabética. Entre estos factores están la herencia, la dieta, y otras afecciones, como la hipertensión arterial. Se ha observado que la hipertensión arterial, y las altas concentraciones de glucosa en la sangre, aumentan el riesgo de que una persona diabética termine sufriendo insuficiencia renal.

Una causa típica de insuficiencia renal en los niños es el Síndrome urémico hemolítico (SUH), una enfermedad causada por la bacteria Escherichia coli O157:H7 que puede ocasionar la muerte o dejar daños renales, neurológicos o hipertensión arterial.

jueves, 4 de junio de 2009

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL ADULTO MAYOOR

  1. Los nuevos estudios indican que las emociones positivas y negativas influyen en la salud más de lo que se suponía hace unos cuantos años, y que si no tenemos un desarrollo afectivo óptimo no se desarrolla la inteligencia; así es que hay una relación directa entre el afecto y el desarrollo cerebral, intelectual. La inteligencia depende de la vida de la niñez, cuando se va estructurando la persona. Es interesante volver a valorizar el afecto.

    El periodista Daniel Goleman ha tenido el acierto de lograr llamar la atención sobre la importancia del tema emocional mediante la publicación de su conocido libro La inteligencia emocional. Mediante este best seller ha sacado el tema del estricto claustro académico y lo ha llevado a la comprensión de la gente de la calle. Hoy sabemos que la inteligencia es mucho más que una determinada función de la mente humana medida en términos de C.I.; el ser humano, a la hora de actuar de alguna manera y de tomar determinadas decisiones, no lo hace tanto guiado por su inteligencia cognitiva, sino sobre todo a impulsos de sus emociones y sentimientos que deben ser guiados, orientados, controlados y expresados mediante los dictados de una sana inteligencia emocional. A la hora de decidir en asuntos en los que nos va la vida (ver por ej. lo referente a elección de pareja), no lo hacemos guiados por el frío intelecto sino por la calidad e intensidad de los sentimientos que en ese momento nos embargan.

    ¿Y quién nos ha enseñado a manejar ese mundo de los sentimientos y emociones? Desgraciadamente los aprendizajes que se han practicado en las escuelas han insistido más en el mundo de los conocimientos que en el de las emociones, y sólo un buen ambiente familiar ha podido servirnos de utilidad para el manejo desenvuelto y positivo del mundo afectivo. ¿Qué pasa si el mismo ambiente familiar carece de la solidez afectiva necesaria?

    Para poder vivir bien la vida es necesaria no sólo la inteligencia cognitiva sino también (y sobre todo) la Inteligencia emocional, aspecto de nuestra personalidad que tan olvidado habíamos tenido. La autoestima corre pareja con el funcionamiento de la Inteligencia Emocional: las personas con mejor y más adecuada expresión de sus sentimientos y emociones son a la vez personas seguras de sí mismas, con mayor sentimiento de libertad y autonomía, con mejores relaciones interpersonales, y por ello mismo con mejor nivel de autoestima.

    Pues bien, una de las primeras crisis de la edad madura es a menudo una crisis de desgaste, desánimo y desilusión, por la experiencia que vive el anciano al verse, de pronto, no aceptado. Y ello sin razón objetiva alguna, puesto que él se siente todavía como ser vigente y capaz de servir. Esta es una crisis que se ve agudizada por las pérdidas que va viviendo el adulto mayor: pérdida del trabajo donde se sentía útil, pérdida de los compañeros de labores más jóvenes a los que ya deja de frecuentar, y pérdida de seres queridos y amigos que van muriendo: Ya tengo más seres queridos dentro de estas murallas que afuera, me decía un viejo campesino del norte de España cuando salíamos del cementerio el día del funeral de mi madre. Si estas pérdidas no se compensan por medio de convenientes ejercicios de Inteligencia Emocional (buen manejo del campo afectivo – emotivo) no será nada raro que el anciano se sienta invadido de perjudiciales sentimientos negativos, que afectarán su autoestima, especialmente en las mujeres.

  2. Modelo del Viejismo y paradigma del cuerpo joven.-

    Los parámetros y valores culturales imperantes en la sociedad favorecen poco la autoestima del anciano. El modelo cultural que impera entre nosotros es un modelo simplista que imagina el desarrollo de la vida en términos de comienzo, plenitud y decadencia. Según este esquema el hombre está condenado fatalmente a ser testigo de su propia decadencia, y necesariamente su autoestima será cada vez más frágil y vulnerable. Subyace aquí una ideología físico - biologista que reduce el ser humano a pura conexión de células que obviamente se van envejeciendo y deteriorando. Es una ideología del "viejismo" que es necesario superar. La razón y la afectividad no decaen al ritmo de la decadencia biológica, y al contrario, crecen y se fortalecen en el anciano saludable hasta el último día de vida: Enséñame, Señor, a saber aceptar lo de cada día; a saber caminar pisando firme, para andar por el Camino que conduce a la paz temporal, y sobre todo a la eterna. La OMS define el "viejo sano" como aquel individuo cuyo estado de salud se considera no en términos de déficit, sino de mantenimiento de capacidades funcionales. Por otro lado es importante recordar que el mismo envejecimiento de las células cerebrales se produce más lentamente que el de otras células del organismo si se las mantiene activas, por lo cual se recomienda aprender algo nuevo en una especie de gimnasia intelectual.

    Junto a esta mentalidad del "viejismo" que acabamos de comentar está presente en nuestra sociedad lo que algunos autores llaman Paradigma del cuerpo joven: el tipo de sociedad imperante hace cada vez más difícil la vida familiar de convivencia trigeneracional; el modelo de familia que se nos presenta en los atractivos anuncios publicitarios suele estar representado por una linda joven pareja, un pequeño hijo muy bonito, y el perro. Pocas veces aparece el abuelo en ese cuadro. A este signo de marginación familiar respecto de los ancianos se añade la preferencia casi obsesiva de nuestros medios publicitarios por el cuerpo joven como ideal estético. Mujeres y hombres modelos han de ser según este esquema gente joven, con bonito cuerpo (excesivamente delgado), y muy lejos de todo lo que pueda ser arrugas y defectos del cuerpo viejo. Eso explica la gran oferta y demanda que en nuestros tiempos representa el mundo físico – culturista al cual se ven inclinados tantos de nuestros jóvenes y no tan jóvenes. Es lógico que en un ambiente así, el hombre y mujer mayores sientan que no tienen nada que ofrecer: las personas de edad parecen patéticamente feas (ib).

  3. Mirando al tercer milenio. Constructores de Esperanza.-

    Al terminar este trabajo quisiera presentar algunos motivos de esperanza que son a su vez especiales desafíos para quienes, desde el mundo de la salud psíquica, deseamos construir un mundo más feliz y humano frente al tercer milenio que comienza.

    1. Personalidad como proyecto sin terminar:

      La persona puede llegar a la tercera y cuarta edad, ser adulto mayor, anciano, viejo, o como queramos llamarlo, y puede ser testigo de su deterioro físico, a la vez que mantener incólume su crecimiento psíquico. La mejor doctrina sobre la personalidad y su desarrollo nos enseña desde hace muchos años que esta se halla siempre en proyecto y que nunca termina de crecer. Erik Erickson considera la ancianidad como la etapa de la integración versus la desesperación. La integridad es vista aquí como la disposición a defender la dignidad del propio estilo de vida contra la amenaza física y económica. Alcanzar la integridad consiste en haber logrado un especial estado de espíritu cuyo componente especial es la autoaceptación. Refiriéndose a dicho estado de espíritu Edmund Sherman dice que Es la aceptación de la realidad, la realidad de uno mismo y de la propia vida, resultante del abandono de las ilusiones... Sin embargo, varios de nosotros no llegan a liberarse de sus objetivos no realistas (que acarician a menudo sin saberlo), y los sentimientos de fracaso, frustración y decepción de uno mismo que resultan de todo ello conducen inevitablemente a un sentimiento de desesperación.

      Lo importante es que el individuo acepte y asuma lo que él es en verdad, y no lo que los elementos estresores y ansiógenos de la sociedad le pretendan imponer. De ahí que sea necesario incluir en nuestros programas universitarios y de otras organizaciones los planes que permitan entregar a todo ser humano la formación que necesita para aprender a envejecer. Esto significa, entre otras cosas, desarrollar la autoestima y aprender a manejar las propias emociones (destreza emocional), pues ello contribuye a una mejor calidad de vida. El éxito de la vejez consiste en vivir esta última etapa de la vida como un período de crecimiento.

    2. Sentido de la felicidad humana y presencia de la muerte:

      Felicidad y muerte parecen a simple vista dos términos mutuamente excluyentes. La felicidad como anhelo y aspiración de todo ser humano es la motivación que está en la base de todas las demás motivaciones; ella es la aspiración de todo hombre y mujer desde que nace hasta que muere ¿Pero es posible la felicidad cuando en la vida se incluye el horizonte de la muerte? La muerte tiene sentido cuando la vida está llena de sentido, el cual es correlato de la felicidad. La felicidad no consiste sólo en estar bien sino en estar haciendo algo que llene la vida. La felicidad es inseparable del sentido de la vida, y la muerte da sentido y valor a cada minuto de la vida. El horizonte de la muerte nos obliga a seleccionar bien los elementos que son vitales para nuestra vida, y nos lleva a organizar nuestra escala de valores diferenciando bien entre fines y medios, entre lo que es importante para la vida y lo que es sólo secundario. La perspectiva de la muerte nos ayuda a ser libres, a no apegarnos excesivamente a las cosas que ejercen dominio posesivo sobre las personas y pueden ahogar nuestras ansias de felicidad y libertad.

      El ser humano es mortal pero su vida está abierta a la inmortalidad, a la pretensión de inmortalidad. Lo que yo soy es mortal, pero quien yo soy consiste en pretender ser inmortal. Todo el mundo está seguro de que morirá, pero nadie puede estar seguro de que con la muerte terminará absolutamente su realidad. La seguridad de la muerte no es, ni puede ser, la seguridad de la aniquilación... Del grado y el tipo de esperanza en la perduración depende el sentido de la felicidad.

    3. Educar para la vida y el amor:

El sentido de la vida y la felicidad brotan de ese sentido de amor que se encuentra alojado en la esencia del ser humano: la condición humana, según el filósofo Julián Marías, reside en que el hombre es intrínsecamente amoroso, es realidad amorosa. Sólo se sienten realizadas las personas capaces de amar en entrega generosa. La condición intrínseca del amor es la permanencia; el amor nunca muere y se proyecta para siempre sobre la persona amada. El amor es más fuerte que la muerte, dice la Biblia (Cnt. 8, 6). Parece comprobado que los hombres y mujeres que más aman son los que viven mejor el sentido de la vida y de la muerte, y los que mayor provecho obtienen de sus pretensiones de inmortalidad. Por eso cuando en este mundo se pierde un gran amor, la consecuencia capital es que se ama menos todo lo demás y no dan ganas de seguir viviendo. Es necesario poder amar por siempre, y por lo mismo es necesario vivir después de la muerte para que el amor no tenga fin.

Basados en el sentido de la vida que es satisfecho por el amor incondicional, el desafío que hoy nos anima es construir una sociedad de todas las generaciones, donde viejos y jóvenes tengan igual cabida. Sería un desperdicio y despilfarro prescindir de personas mayores que son un capital humano cada vez más necesario para ayudar a los jóvenes a desarrollarse y realizarse como personas .

Los valores vuelven a estar de moda, y las reformas educacionales de muchos países, con sus famosos valores transversales nos recuerdan esta verdad. Desde la cosmovisión de los valores será posible comenzar el nuevo siglo con una perspectiva más amorosa, y fomentar tanto desde la educación institucionalizada (escuelas) como desde la informal y las familias, toda una ambientación globalizada que nos lleve a valorar en serio los carismas de los ancianos saludables:

  • Gratuidad: no todo se ha de medir con el parámetro de la eficiencia; ante una sociedad demasiado ocupada necesitamos del testimonio gratuito de amor procedente de los ancianos.
  • Memoria: recordar las propias raíces es ser fieles a sí mismo; si se pierde el sentido de la historia se pierde la propia identidad. El diálogo de las generaciones permitirá guardar viva la memoria para que no se repitan los errores del pasado, y nos animemos con sus aciertos.
  • Experiencia: la técnica y la ciencia no pueden reemplazar la experiencia. Hoy vivimos con muchas prisas, agitación, precipitación y neurosis. El anciano capta bien la superioridad del ser a la del hacer y tener; su presencia permite una visión más completa de la vida, y nos ayuda a valorar la sencillez, el silencio y contemplación.

De los carismas propios de la ancianidad podemos obtener elementos válidos para la humanización del tercer milenio. Todos somos necesarios; nadie está de sobra en la humanista universalidad del amor.

miércoles, 3 de junio de 2009

Enfermedades pulmonares


En el momento actual, la tuberculosis sigue siendo un problema sociosanitario relevante incluso en países desarrollados. Diversos factores, entre ellos la irrupción de la infección producida por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) (1-7), los cambios demográficos y los integrados por ciertos grupos marginales (como los indigentes) y los hábitos tóxicos (la drogadicción y el alcoholismo), han contribuido a un descenso del control de la tuberculosis (8-12). Asimismo, asistimos a un incremento de la tuberculosis en pacientes de edad avanzada debido, no sólo, al aumento de la población geríatrica, sino también, a otros elementos como son la reactivación de focos endógenos previos o la progresividad de infecciones adquiridas en instituciones cerradas (13-18).

En la población inmunocompetente, la forma de presentación habitual de la tuberculosis es la pulmonar. Así, en el año 1986 de 22.764 casos declarados en EE.UU. el 82,5% eran pulmonares mientras que el 17,5% restante tenían presentación extrapulmonar, representada principalmente por las localizaciones ganglionar, pleural y genitourinaria (19). Sin embargo, la tuberculosis en los pacientes de edad avanzada adquiere una serie de características especiales con respecto a otros grupos de edad. Así, existe un alto riesgo de mostrar formas crípticas o diseminadas, o un menor indicio radiológico de cavitación en su presentación pulmonar. En consecuencia, ello puede conducir a una elevada morbimortalidad en este grupo derivado, quizás, de un retraso en el diagnóstico y de la frecuente asociación con otras enfermedades intercurrentes en este grupo poblacional (16,17,20-24).

El objetivo del presente estudio es conocer la distribución, en nuestro medio, de las distintas formas de presentación de la enfermedad tuberculosa en pacientes de edad avanzada, a partir de los casos registrados en una unidad de prevención y control de tuberculosis durante un período de seis años.

MATERIAL Y MÉTODOS

Se trata de un análisis retrospectivo en el que se revisan los casos de enfermedad tuberculosa registrados en la Unidad de Prevención y Control de la Tuberculosis del Área Sanitaria de Santiago de Compostela que abarca una población, urbana y rural, estimada en aproximadamente 435.000 habitantes. El período de estudio comprende entre Febrero de 1995 y Febrero de 2001.

En el presente estudio se incluyeron todos aquellos casos diagnosticados de tuberculosis con edad igual o superior a lo 65 años mediante los criterios que detallamos a continuación: A) Presencia de bacilos ácido alcohol resistentes (BAAR) mediante la tinción de Ziehl-Nielsen o de auramina-rodamina y/o cultivo positivo para Mycobacterium tuberculosis en medio de Löwestein-Jensen en una o más muestras biológicas. B) Evidencia de granulomas con necrosis caseosa en los estudio histológicos procedentes de las distintas muestras obtenidas por punción aspiración con aguja fina (PAAF) o por biopsia.

Se recogieron como datos referentes a factores predisponentes los relativos a los antecedentes conocidos de estado serológico frente al VIH, alcoholismo, enfermedades del tejido conectivo, y antecedentes de entidades y/o procesos que, en su curso, tuvieran implícitos datos de inmunosupresión tales como: insuficiencia renal crónica, neoplasias, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diabetes mellitus y tratamiento prolongado con corticoides.

Se clasificaron las distintas formas de presentación de la tuberculosis en las siguientes categorías: Formas pulmonares, definida por localización exclusivamente pulmonar; Formas extrapulmonares, caracterizado por una única localización extrapulmonar; Formas mixtas, localización pulmonar y extrapulmonar; Formas diseminadas, dos o más localizaciones extrapulmonares; y TB miliares, definidas por patrón miliar en la radiografía de tórax y/o enfermedad diseminada en necropsia.

En el análisis estadístico se introdujeron los datos en hoja de cálculo Excel (ver. 97). Se emplearon las medias, porcentajes y comparación de proporciones.

lunes, 1 de junio de 2009

CANCER DE MAMA

El cáncer de mamá es una tumoración maligna que se presenta en la glándula mamaria. Es la segunda causa de muerte por cáncer en las mujeres mexicanas, después del cáncer cérvico uterino.

EFECTOS

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, en 1990 ocurrieron 2,230 decesos atribuibles al cáncer de mama, lo que representó 1.67% del total de defunciones ocurridas en mujeres de 25 años y más. En 1994 dicha cifra fue de 2,785 (1.90%) muertes y en 1998 aumentó a 3,380 (2.1%). Para el 2002 el número de muertes por este tipo de cáncer ascendió a 3,837 (1.9%). Esto significa que en ese último año murieron por cáncer de mama casi once mujeres cada día(1,2).

¿QUIÉNES LO PADECEN?

Hasta ahora, no existe país alguno donde se haya logrado revertir o atenuar la tendencia creciente del número de pacientes a quienes afecta esta neoplasia maligna. El panorama es poco alentador, ya que los factores de riesgo hasta ahora identificados con el desarrollo del cáncer mamario, como inicio de la menstruación antes de los 12 años, nunca haber tenido un embarazo, ser mayor de 40 años, primer embarazo después de los 30 años de edad, obesidad, antecedentes familiares de cáncer mamario, entre otros, no son susceptibles de modificación; de hecho, parecen estar relacionados con cambios deseables como una mejor nutrición, la disminución de la fertilidad, la postergación de la edad al nacimiento del primer hijo y otros más.(3,4,5)

SÍNTOMAS

El diagnóstico temprano es, por el momento, la única herramienta útil y ha permitido que los países desarrollados mantengan constante la tasa de mortalidad por cáncer mamario, a pesar de que la incidencia haya seguido en aumento(1,3).

Cuando el cáncer tiene un tamaño menor a 1 centímetro sólo puede detectarse por un estudio denominado mastografía(1). Cuando tiene un tamaño mayor y, por tanto, la enfermedad ha avanzado, muchas veces es posible “tocarlo” con los dedos (1). Los casos avan­zados pueden ocasionar crecimiento o deformidad de la glándula mamaria, desvia­ciones del pezón y sangrado a través de él, o incluso la aparición de úlceras en la piel que cubre la glándula, las cuales son rebeldes al tratamiento.

Cuando el tumor mide menos de 1 centímetro puede curarse con su extracción por cirugía. Sin embargo, los casos avanzados, sobre todo los que tienen más de 2 centímetros, requieren cirugías mutilantes de uno o ambos senos. Mientras más tarde se detecte el cáncer de mama, más agresivo y menos efectivo es el tratamiento que se proporciona.

LO QUE PUEDE HACER:

La detección temprana del cáncer de mama es posible mediante el autoexamen realizado por la propia paciente, por el medico o por medio de una mastografía.

Con un tratamiento oportuno se accede prácticamente a la curación del padecimiento, además de que hay un menor número de recaídas en el cáncer y se impide su extensión.

Con la detección y el tratamiento se incrementa la sobrevida de la paciente y se evita mucho sufrimiento a quien la padece y a su familia.

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Valoración del Perfil de Riesgo para Cáncer de MAMA

La Valoración del Perfil de Riesgo de Cáncer de Mama será para después de que se realice una autoexploración de mama en todas las mujeres de 50-69 años de edad.