El libro “Anatomía de una enfermedad”, publicado en 1979 por el fallecido editor de revistas Norman Cousins,
 fue el primero en exponer ante el público una correlación entre el 
humor y la salud. Cousins describe cómo se recuperó de una enfermedad de
 los tejidos conjuntivos que normalmente suele ser irreversible mediante
 un tratamiento que incluyó, entre otras terapias, películas cómicas de 
los hermanos Marx.
El
 humor “sirve como una válvula interna de seguridad que nos permite 
liberar tensiones, disipar las preocupaciones, relajarnos y olvidarnos 
de todo”, afirma el Dr. Lee Berk, profesor de patología
 en la Universidad de Loma Linda, en California y uno de los principales
 investigadores en el mundo sobre la salud y el buen humor. En una serie
 de estudios, entre ellos uno publicado en el número de diciembre de 
1989 de la revista American Journal of Medical Science, examinó las 
muestras de sangre de sujetos antes y después de que vieran vídeos 
cómicos, y las comparó con las de un grupo que no vió los vídeos. Berk 
descubrió importantes reducciones en las concentraciones de hormonas de 
la tensión y un incremento en la respuesta inmune de quienes vieron los 
vídeos.
Los niños están mucho más dispuestos a reírse que los adultos, un 
pequeño se ríe un promedio de 300 veces al día, mientras que un adulto 
lo hace entre quince y cien.
La risa es una potente herramienta curativa.Una buena carcajada 
fortalece el sistema inmunológico del cuerpo y reduce las hormonas que 
pueden causar tensiones. 
La risa provoca una tremenda liberación de 
hormonas, las endorfinas conocidas merecidamente como las hormonas de la
 felicidad. Además, liberamos serotonina, dopamina y adrenalina. La 
explosión de carcajadas provoca algo muy parecido al éxtasis: aporta 
vitalidad, energía e incrementa la actividad cerebral. Cuando nos invade
 la risa, muchos músculos de nuestro cuerpo que permanecían inactivos se
 ponen en funcionamiento. Es un estímulo eficaz contra el estrés, la 
depresión y, evidentemente, la tristeza.
La risoterapia no se basa en sonrisitas, ni siquiera
 en carcajadas normales. Hay que aprender a reír con todo el cuerpo. Las
 sesiones parten de un cuerpo completamente relajado. Se necesita 
liberar las tensiones musculares y las preocupaciones para sumergirse 
plenamente en la medicina de la risa. Uno de los métodos más efectivos 
para desbloquear el cuerpo y la mente es la danza. Otra forma de motivar
 la risa es haciendo muecas delante de un espejo. Reflejarse haciendo el
 payaso seguro que motivará las carcajadas. Tratar de ver programas y 
películas cómicas. Si aún no ha brotado la risa, se fuerza. Je, je, je… 
Ji, ji, ji… Ja, ja, ja… Quizá se sienta como algo absurdo, pero… el 
absurdo siempre provoca la risa y ¿no es este el fin de la sesión de 
risoterapia?
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