Lic. María Graciela Domínguez
Muy
pocas de las actitudes de los ancianos son universales, y aún las que
si son generalizadas, no dependen exclusivamente del envejecimiento
cronológico y biológico, sino que por el contrario, son respuestas a
expectativas del medio, inducidas por éste como pautas culturales. Las
realidades que han vivido las actuales generaciones de ancianos (ver:
“El anciano y su entorno”), no han sido propicias para una buena
adaptación a esta etapa de la vida.
Teniendo presente lo expresado, podemos describir algunas observaciones realizadas en personas que envejecen.
1. Modificaciones de la personalidad
Nítido aumento del grado de cautela, precaución y prudencia.
Aumento de la perseverancia, la rigidez y el miedo a los cambios.
Preocupación creciente por las funciones corporales.
Según muchos autores lo más típico
del proceso de envejecimiento es la necesidad de elaborar duelos casi
permanentemente, por las pérdidas que durante el mismo ocurren (parte
del yo físico y psíquico, categoría dentro del conglomerado social y del
círculo familiar, personas significativas), por la disminución del
número y extensión de sus actividades y por tener que encarar la muerte.
La forma en que cada individuo afronta estas crisis depende del desarrollo de la personalidad previa. Si
éste no fue adecuado, provocaría estilos patológicos de elaboración de
duelos, dando lugar a trastornos afectivos y de relación con los demás.
2)Memoria-Aprendizaje-Creación
Si
se mantiene una buena salud física, en términos relativos, sin que se
haya deteriorado desmedidamente el equipo biológico necesario, entonces:
Las funciones intelectuales
elevadas, tales como la imaginación, la habilidad de juzgar, la de
generalizar, etc. son relativamente independientes de la edad de la
persona y su declinación depende mucho de cada individuo.
Lo que disminuye en la vejez, no
es el poder mental en sí, sino la rapidez con que se ejecutan las tareas
intelectuales. El deterioro es más notable en aquellas en que cuenta la rapidez con que se reacciona. La edad afecta mucho mas “cuanto” se hace que “cuan bien se hace”.
La así llamada “inteligencia
fluida” (que es la que permite resolver problemas nuevos) disminuye
progresivamente, en contraposición a un acierta estabilidad y hasta
incremento de la inteligencia cristalizada (que implica respuestas
adecuadas a situaciones ya varias veces resueltas)
Se describen tres clases de memoria: Inmediata, Reciente y Remota. Las
dos primeras, según fuertes indicios, se deterioran según vamos
envejeciendo. Sin embargo la memoria remota puede hasta mejorar.
En el aprendizaje hay que tener en cuenta:
a)
La naturaleza de la tarea: los
aprendizajes que requieren la presencia de factores visuales y motores
declinan más rápidamente con la edad, mientras que las tareas que
implican aspectos verbales y de información pueden mejorarse durante los
años productivos del individuo.
b)
Aparentemente las personas que con mayor
frecuencia desarrollan conductas que exigen aprendizaje (manteniendo una
actitud inquisitiva e interesada en muchos aspectos de la vida) pierden
su habilidad para aprender, más lentamente.
c)
Los que enseñan a personas mayores
deberán tener en cuenta las limitaciones físicas (disminución de la
visión, la audición) y los condicionamientos sociales (falta de
confianza en sí mismo) de los envejecientes,
que influyen negativamente en el proceso de aprendizaje. Podrán ayudar a
superar estos inconvenientes, con conductas tan simples como hablar
pausadamente y en voz alta o brindar estímulos positivos.
Ninguna investigación ha revelado fehacientemente una disminución uniforme y regular con los años de la creación. Por
el contrario hay numerosos ejemplos de personas talentosas (Hipócrates,
Cervantes, Platón, etc.) que han dado sus mejores obras pasando el
medio siglo de vida e inclusive algunos después de los ochenta años. Con
esto no queremos decir que ser genial sea indispensable y tampoco que
haya que aspirar a crear grandes obras maestras, sino obras modestas que
repercutan en sentimientos de satisfacción y utilidad para el creador.
3) Otros aspectos importantes
El
impacto de la jubilación, la soledad y la sexualidad en los adultos
mayores, serán tratados con posterioridad en este capítulo.
Basándonos
en lo hasta aquí expresado, el esfuerzo en el plano de la salud mental
estará dirigido por un lado a atender la salud mental de los propios
ancianos y por otro a realizar tareas preventivas, a través de
actividades destinadas a preparar a la sociedad y a los individuos que
la integran para afrontar eficaz y felizmente los años de la vejez.
Los
esfuerzos deberían volcarse no sólo a la asistencia del anciano, sino a
tratar de mejorar las condiciones del medio, si éstas han sido la causa
de la enfermedad y al apoyo de la familia a través de la movilización
de los Servicios Sociales, para que los tratamientos sean efectivos.-
Lic. María Graciela Domínguez
1. Los ancianos y la sociedad.
La
mayoría de las actitudes de los ancianos no son resultado del simple
proceso biológico o psíquico del envejecimiento, (cambios propios de la
edad), además de los factores genéticos (herencia) y extrínsecos
(climáticos, contaminación ambiental, etc.), no debemos olvidar que el
individuo envejece en un grupo familiar y social concreto con sus normas
culturales, alimentarias, religiosas, frente al envejecimiento, etc.
En un sector de nuestra sociedad los ancianos son considerados una carga.
“Explicada” por:
a - Falta de productividad económica.
b - Dividendos que implica la jubilación, asistencia médica, etc.
c - Imagen de deterioro psicofísico que dan a los jóvenes.
Sin embargo como ha dicho Simon de Beauvoir en su libro “La Vejez”: “La forma en que una sociedad se comporta con sus viejos descubre su equívoco, la verdad de sus principios y de sus fines....”
Actualmente
comienzan a vislumbrarse cambios de actitudes por una parte de muchos
de nuestros adultos mayores que buscan espacios donde poder
desarrollarse y ser escuchados y por otra de distintos estamentos de
nuestra sociedad que colaboran en el logro de este objetivo. A
pesar de ello es mucho lo que queda por hacer y todos somos
responsables de que los ancianos (nosotros mismos dentro de unos años)
encuentren el lugar que les corresponde en nuestra sociedad.
El hogar
Para la gente mayor la vivienda es parte
de su propia existencia. Algunos ancianos nacieron y la ocuparon como
padres, abuelos o bisabuelos.
Sus muebles, su jardín, la higuera, etc., se transforman en parte de su propio ser.
El cambio de vivienda, las internaciones,
la institucionalización generan siempre consecuencias psicológicas que
pueden ser sumamente graves.
Para evitar o disminuir el llamado “efecto traslado” se debe tener en cuenta:
Si el traslado es voluntario a un entorno más adecuado, se puede relacionar con una mejoría de la salud y el estado de ánimo.
Sin embargo los ancianos son más propensos a enfermar cuando:
·
Se los traslada sin una preparación adecuada.
·
La decisión es ajena a ellos.
·
No han escogido libremente el traslado.
El trabajo - La Jubilación
Los 60-65 años no deberían marcar una barrera absoluta entre la actividad profesional y la inactividad. Sin embargo la jubilación “guillotina” plantea un cambio brusco en la vida de las personas. Este cambio trae aparejado una pérdida económica y del rol social. Cada vez es más importante la preparación para este cambio para prevenir síndromes como el de la “jubilopatía”, con depresión, insomnio, cambio de carácter, etc.
En algunos casos los jubilados continúan
realizando tareas manuales y artesanías, lo que les permite reintegrarse
a la sociedad activa, manteniendo gran parte de su potencial físico e
intelectual, además de un ingreso económico extra.
También observamos muchos adultos mayores
que desempeñan otros roles activos, que abarcan los mas variados
matices, desde “abuelos - educadores” hasta la participación en grupos
que promueven la integración y la recreación u otros promotores de
cambios sociales.
La laborterapia (muy utilizada en la
institucionalización) está muy bien para los enfermos, tiene efecto
terapéutico, pero no puede ser usada como equivalente de un trabajo
“usurpado”.
Relaciones de los mayores
Debido a los aumentos en la expectativa y
calidad de vida observados en las últimas décadas, las relaciones de los
mayores están sufriendo cambios que modifican los juicios que hasta
hace algunos años se elaboraban sobre ellas. Por eso trataremos de explicar brevemente los conceptos clásicos y las modificaciones que en ellas se están produciendo.
Identificación con el grupo
Al dialogar con personas mayores por
motivos laborales o familiares, se ha escuchado decir “yo no quiero
estar con esas personas viejas”, aunque el que lo comente
cronológicamente sea mayor que ellas. El
estar considerado y el tener roles que corresponden a la edad del
“ciudadano viejo”, es percibido como un descenso en el status y el
poder.
La familia
En la vejez la familia desempeña un papel
muy importante, influyendo en la comunidad a través de las acciones que
lleva a cabo sobre sus miembros.
Debemos recordar que en su evolución las
familias que se constituían por abuelos, padres e hijos, han dado lugar a
la de los bisabuelos, abuelos, padres e hijos.
Sin embargo, no siempre una familia constituye un factor positivo en los problemas que nos interesan. A
veces pesan sobre ella factores económicos, habitacionales,
emigraciones de los hijos, etc., que requieren de la colaboración
externa al grupo familiar para poder ser sobrellevados.
En muchos casos la carga familiar pesa
sobre la llamada “generación bisagra” (habitualmente entre los 50 y los
60 años), que deberá realizar simultáneamente todas o gran parte de las
acciones que describimos a continuación: brindar los medios para que los
hijos adolescentes terminen sus estudios, colaborar económicamente y/o
en el cuidado de los nietos de los matrimonios de sus hijos jóvenes,
ayudar económica y emocionalmente a sus padres jubilados y hacerse cargo
o prestar apoyo en el cuidado de sus abuelos que muy probablemente
tengan algún tipo de dependencia.
En otros casos el peso recae sobre un hijo
(muy probablemente una mujer soltera) que a pesar de sus esfuerzos es
incapaz de contener la situación.
En estos casos se deberían establecer y
fortalecer las redes de apoyo no formales (familiares, vecinos y amigos)
y formales (agencias sociales y servicios de ayuda oficiales), para
ayudar indirectamente a los ancianos a través de la colaboración brindada a la familia que lo contiene.
En las relaciones interfamiliares se observa también otro grupo que podemos englobar con el nombre de “abuso del anciano” (ver: “Malos tratos a los mayores”). Se describen cuatro tipos de casos :
a - Abuso físico.
b - Abuso psíquico.
c - Abuso material.
d - Violación de derechos.
Matrimonio
Esta relación es una de las más
importantes. Con la vejez la satisfacción marital es mayor que en la
edad adulta. El alejamiento físico de los hijos (que permite mayor
intimidad), el mayor tiempo libre y la disminución del estrés laboral,
contribuyen a que en general la imagen del matrimonio en los últimos
años sea muy positiva, aunque perturbada por los problemas de salud,
primordialmente, y por la posibilidad de muerte de uno de los cónyuges,
frecuentemente el marido.
Sin embargo cuando existen problemas
matrimoniales no resueltos, los factores mencionados anteriormente
actúan en forma negativa, al ser mayor la cantidad de tiempo compartido
hay más posibilidades de que salgan a la luz las diferencias o los
resentimientos, otras veces se aprovechan de situaciones para tomar
revancha (Ej.: el marido dominante que padece una enfermedad invalidante, pasa a perder completamente su independencia física y psíquica).
Los divorcios de personas de alrededor de 65 años han aumentado notablemente.
Viudas y Viudos
Hay seis veces más viudas que viudos.
La
viuda/o sufre no sólo la aflicción de la pérdida sino también la
soledad, la falta de compañía y la pérdida de la satisfacción sexual.
Las
mujeres mayores que se quedan viudas llegan más preparadas a este nuevo
rol, su socialización se ve favorecida por un potencial grupo de amigas
viudas.
El viudo mayor tiene relativamente pocos amigos varones.
Nuevas Nupcias
El hombre tiende a casarse con mujeres más
jóvenes. Se casan nuevamente mucho más los hombres viejos que las
mujeres viejas. (6 a 1).
Los motivos mencionados como más
importantes para volver a casarse en los últimos años de la vida son: en
primer término el compañerismo, luego la satisfacción sexual y en menor
medida la salud y la economía.
Los impedimentos son: la
oposición de los hijos, las mujeres no quieren hacerse cargo de hombres
enfermos (actualmente o en un futuro cercano).
Aquellos que nunca se casaron
Sólo el 5% de las personas mayores no se han casado nunca. Muchos están adaptados y tiene amigos o viven con familiares.
Paternidad, abuelos y bisabuelos
Sólo el 4% de los viejos vive con sus hijos.
Las hijas casadas tienen lazos más estrechos con sus padres que los hijos casados.
En
algunos casos los mayores están alejados de sus hijos adultos (falta de
gratitud de los hijos, problemas familiares no resueltos, etc.) pero en
muchos existe una ayuda entre generaciones dando y recibiendo apoyo:
emocional y/o económico. Sin embargo, generalmente frente a la enfermedad (social o física) el anciano rehusa ser una “carga para sus hijos” según dicen ellos mismos.
Actualmente más nietos mantienen relaciones con sus abuelos debido a la mayor longevidad.
Según el grado de compromiso podríamos decir que existen:
·
Abuelos distantes: muy poca relación y hasta visitas muy poco frecuentes con sus nietos.
·
Abuelos pasivos: poca relación, pero visitas más frecuentes.
·
Abuelos activos: tienen relación fluida.
Las relaciones con los demás (la soledad)
Un mito es el de que las personas mayores
generalmente están solas, sin amigos ni personas en las que poder
confiar, esta soledad puede estar causada por:
1)
Pérdida del nivel socio económico.
2)
Afecciones físicas o psíquicas invalidantes.
3)
Pérdida del cónyuge.
4)
Tendencia a la inactividad.
5)
Casamiento de los hijos.
6)
Éxodo rural.
Actualmente
se observan cambios culturales que tienden a la mayor socialización de
los mayores, poseen muchos roles familiares (partiendo de la base que un
mismo hombre puede ser a la vez hijo, padre, abuelo y hasta bisabuelo) y
muchos tipos de roles de amistad (inclusive hay organismos no
gubernamentales que los promueven. Ej.: clubes de abuelos, centros de
jubilados).
Por último, para los protagonistas, la
soledad no parece ser un problema tan serio como opinan los jóvenes
(que lo ponen en primer lugar), pues una encuesta reveló que los mayores
de 65 años piensan que sus problemas mayores son: 1° - bajo salario;
2°- salud delicada; 3°- la violencia creciente y recién en 4° lugar la
soledad.-
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