El pórtico
Compañera de mis horas aciagas,
¡consumida pichoncita mía!
Sin grafía esculpida en mármol,
pérfidos pinares silbando -
ya en el destiempo del osario
a nadie esperas.
¡consumida pichoncita mía!
Sin grafía esculpida en mármol,
pérfidos pinares silbando -
ya en el destiempo del osario
a nadie esperas.
Desde el mirador en el altillo
cedías tus alegrías a otoñales tardes adormecidas;
el cielo se extendía en franjas rojizas
y movías lentamente la aguja
por el aro de bordar
entre tus mansas manos lozanas.
Mirabas el pórtico olvidado,
el camino sombrío, lejano.
La nostalgia, los presentimientos
de un mundo discordante,
orillaban tu pecho sin cesar,
agitaban tu corazón hasta que resolvió
detener su desentonado andar.
Y yo, yo… ¡Ya no puedo regresar!
© Silvia Evelina, Buenos Aires, Argentina – 2010
Todos los derechos reservados.
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