sábado, 11 de diciembre de 2010

AMADOR


Este fin de semana vi la película “Amador”, me dejó con varias reflexiones. Es la historia de una sudamericana que cuida de un anciano en su casa. La persona que le contrata deja claro que no necesita a nadie con títulos porque para cuidar a su padre no lo cree necesario. El anciano fallece y en un desarrollo un poco surrealista la cuidadora oculta el hecho para poder seguir cobrando su sueldo. La hija no va al domicilio y la comunicación es vía teléfono. No voy a contar el final, se acaba de estrenar y aunque no me pareció una gran película, es muy lenta y adolece de falta de ritmo, merece la pena verla. Una de las reflexiones es la falta de exigencia de formación por parte de quien paga los servicios. No exijo, no tengo que pagar. No sé de memoria la estadística del número de personas sin cualificar realizando este tipo de trabajo tanto en los domicilios como en residencias, pero es muy elevado. Lo que hoy se llama “auxiliar de ayuda a domicilio” es un puesto de trabajo que con mucha frecuencia lo ejercen personas sin ningún tipo de formación, unas veces sale bien y otras es catastrófico. En el caso de algunos centros se les contrata como personal de oficios varios pero ejercen de gerocultoras. La pregunta es ¿quién estafa más, el estafador o el que se deja estafar?

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